La muerte de Nelson Mandela me hace reflexionar entre la tristeza de la partida de un emblema de la libertad y del avance del hombre, pero valorizando los tiempos políticos que estamos viviendo, con revoluciones con poca prensa, pero que tienen una dimension tan grande como un levantamiento en armas o un cambio de sistema económico.
Superar el racismo en Sudafrica y a través de un proceso de paz, no fué un hecho menor, abre una puerta y una posibilidad para que hoy un hombre negro sea el presidente de los EEUU.
Esto no significa que Obama sea bueno o aplique las mejores políticas, si significa un avance en la sociedad norteamericana, que asume la adultez de votar y tolerar un presidente negro, antes lo habían asesinado a Martin Luther King cuando pensaron que podía llegar a ser presidente.
Del mismo modo avances como el de las mujeres, como en nuestro país, que por primera vez accede una por elección directa a la primera magistratura y logra su reelección , no sin superar duras barreras justamente por ser mujer, hasta que hoy se opina en contra o a favor, pero nadie desconoce su capacidad y su autoridad para gobernar.
Otro avance que no debe olvidarse, es la igualdad de derechos y el reconocimiento de la diversidad sexual. No pasó tanto tiempo, es más, hoy mismo en algunos lugares se sigue acosando y o golpeando o marginando a personas por su elección sexual, pero nadie puede negar los avances en este sentido y eso ayuda a que todas las personas puedan realizarse en plenitud y hacer un pueblo más feliz.
Por último, la última parte de esta revolución inconclusa, para reconocer a todos los seres humanos como sujetos de derecho. (valorarlos como persona plena) es completar una pelea por los derechos de los niños, que hoy siguen siendo objeto de distintos tipos de violencia y marginación, que son los que más sufren el hambre en el mundo y la explotación.
Algunos solo plantean que se los penalice y se los pueda meter en prisión cada vez más chicos, creo que tenemos que combatir con firmeza esa idea inquisitoria o simplemente nazi, debemos ser capaces de integrar la niñez y la juventud al debate de futuro y no condenarlos a la oscura cueva de la prehistoria.
Con todas las tristezas y contradicciones, estamos viviendo una coyuntura político cultural en la historia, realmente apasionante y que merece que tomemos partido y construyamos entre todos ese mundo mejor.